Génesis

Génesis

viernes, 20 de junio de 2014

Primigenios...



Nadie sabía cuánto tiempo después habían comenzado a despertar, pero aquel despertar no se parecía a ningún otro y el primer pensamiento de Izialav y posiblemente el de todos, fue el de que había sido seriamente herido, porque le dolía cada centímetro del cuerpo tanto por dentro como por fuera y hasta respirar parecía algo más allá de sus posibilidades.

Lo segundo que registró el confundido cerebro de Iziaslav, fue un frío que parecía estar atravesando su piel, de modo que pensó que lo habían despojado de las pesadas pieles con las que solían cubrirse. Antes de intentar abrir los ojos cuyos parpados parecían pesar toneladas, escuchó el sonido de respiración y supuso que alguno de sus hombres estaba muy cerca tal vez intentando despertarlo. Trató de hablar pero sentía la garganta reseca, así que haciendo un supremo esfuerzo abrió los ojos para cerrarlos de forma inmediata cuando un intenso haz de luz los hirió de manera dolorosa. Por un momento pensó que estaba frente a una fogata pero en primer lugar si hubiese sido así, no estaría experimentando aquel frío demencial, y segundo, estaba seguro de estar boca arriba y no había forma de que hubiese visto el resplandor de una en aquella posición.

Intentando ignorar el atroz dolor que estaba martirizándolo, volvió a abrir los ojos con algo más de precaución pero con el mismo efecto.

-         ¡Apártenme del maldito fuego!  --  exclamó

Sin embargo, no hubo movimiento ni voces transmitiendo sus órdenes ni manos moviéndolo, así que prestó mayor atención cuando la idea de haber sido hecho prisionero asaltó su mente. No obstante, inmediatamente la desechó, porque no había forma de que nadie pudiese reducirlo a eso, pensó con su habitual arrogancia pero otra idea mucho más acorde vino a sustituir a la anterior, porque dadas las circunstancias y suponiendo que lo hubiesen atacado, era posible que estuviese muerto. Su mente estaba trabajando a toda marcha y había algunas cosas que no le cuadraban, como por ejemplo el cegador haz de luz que había visto hacía unos minutos, porque se suponía que el Vörkessel era un valle de sombras y como sin duda era al lugar al que él tenía que ir y era algo de lo que estaba muy consciente, desechó con rapidez esa idea también.

Iziaslav sentía aparte de un dolor generalizado, un punzante martilleo en la cabeza, y aunque en anteriores ocasiones ésta le había dolido, Nadège solía resolver aquello muy de prisa, así que su próximo pensamiento había sido que lo necesitaba con mucha urgencia. Sin embargo, al pensar en el veldeky su cuerpo se tensó, porque eso lo hizo pensar al mismo tiempo en los Svetniks y los recuerdos entraron con violencia en su mente.

Se sintió furioso y comenzó a imaginar las formas de hacerles pagar a aquellos entrometidos lo que ahora estaba seguro le habían hecho y que le ocasionaría un serio retraso a sus planes. Él había crecido respetando a aquellos sujetos pero en esta ocasión se habían pasado y tendrían que pagar por ello. No obstante, mientras pensaba sus sentidos habían ido registrando otras cosas. Aparte del frío que se hacía cada vez peor, el dolor que se había hecho insoportable y el sonido de la respiración que no había dejado de percibir, a Iziaslav le pareció que debía estar cubierto de sangre, porque podía percibir con toda claridad el olor característico de la misma. Con un poco más de atención percibió también quejidos que se escuchaban muy cercanos, de modo que preparándose para que la condenada luz de la fogata lo fastidiase de nuevo, abrió los ojos con cuidado.
Efectivamente la luz lastimó en forma dolorosa sus ojos pero él ignoró eso intentando ver a su alrededor y acto seguido se sintió horrorizado, porque todo lo que veía eran cuerpos tirados en el piso y bañados de sangre. Con esfuerzo intentó incorporarse y aunque aquello parecía una labor desmedidamente pesada finalmente logró hacerlo.

La sensación que experimentó a continuación fue sumamente extraña, porque aparte del dolor que seguía torturándolo, le parecía que una luz muy brillante estuviese iluminando todo, pues podía percibir de manera distinta los colores. El quejido que había estado escuchando pareció intensificarse y no era uno sino varios, por lo que supuso no solo por eso sino por la cantidad de sangre que estaba viendo, que sus hombres estaban muy mal heridos. Se miró a sí mismo y aunque estaba todo manchado de sangre no se vio ninguna herida, de modo que no entendía lo que los desgraciados Svetniks les habían hecho. Haciendo otro esfuerzo logró ponerse de pie aunque sus piernas parecían protestar en forma escandalosa por tener que sostener su peso, aun así se obligó a caminar pero apenas había dado unos pasos su estómago pareció revelarse cuando comenzó a percibir con mayor intensidad el olor de la sangre y aquello no tenía sentido. Iziaslav era un producto de su época y había crecido en medio de batallas, de modo que los heridos y los cadáveres formaban parte de su cotidianidad y jamás le habían producido aquello y se enfureció consigo mismo por lo que consideró una muy inoportuna reacción.

Al primero al que encontró fue a Milorad que seguía inconsciente pero rápidamente determinó que estaba vivo, de manera que procedió a buscar a los demás, algo que le costó bastante debido a que con cada paso que daba le parecía que iban a estallarle los huesos y en realidad todo por dentro. Le estaba tomando un largo tiempo localizarlos a todos, Janos también había despertado manifestándole estar experimentando los mismos dolores que él pero aun así se puso de pie para ayudar a buscar a los príncipes. Después de un rato habían encontrado a Mikha y a Andrei pero Iyul no aparecía por ninguna parte, así que comenzaron a desesperarse.

Mikha y Andrei eran sus hijos mayores, tenían para entonces 23 y 22 años respectivamente, mientras que Iyul tenía solo 16 años. En lo único que Iziaslav se diferenciaba de su progenitor, era en que él realmente amaba a sus vástagos fuesen varones o hembras, de modo que estaba realmente angustiado y desesperado por encontrar a Iyul. Como Janos, Milorad y los demás sabían aquello, ignorando el dolor que los estaba matando imprimieron velocidad a la búsqueda y finalmente encontraron a Iyul con lo que Iziaslav se sintió muy aliviado.

Hacia el anochecer todos habían despertado, pero durante el tiempo que les tomó hacerlo, Iziaslav había estado preocupado pensando en que podían ser atacados en cualquier momento. No obstante, y por lo que habían podido ver, los otros parecían estar en las mismas condiciones que ellos, de manera que en cuanto les fue posible regresaron al campamento y los Levjaners se reunieron con Iziaslav.

-         Sarì, esto que nos ha ocurrido es el castigo del que nos hablaron los Svetniks  --  dijo Artam
-         ¿Qué? ¿Apalearnos? ¿Ese es el castigo?  --  preguntó furioso
-         No sarì, es mucho más que eso  --  le contestó el Levjaner

Iziaslav sabía que lo que les había ocurrido fuese esto lo que fuere era obra de los Svetniks, así que no necesitaba que nadie se lo dijera y lo que quería era ir a cortarles el cuello a aquellos miserables. Sin embargo, Haliq el veldeky que los acompañaba a los campos de batalla, hasta ese momento no solo no había podido hacer nada por aliviarlo sino que él mismo estaba en las mismas condiciones, de manera que se le hacía casi imposible ir en busca de los Svetniks y aunque aun no lo sabía, pasaría un tiempo antes de que pudiese volver a verlos.

Los Savaresce y los Lothian que estaban pasando por la misma situación, decidieron retornar a sus tierras aunque aquello les tomó un tiempo desusadamente largo. Como Iziaslav y sus hombres estaban en tan malas condiciones, decidieron dejarlos marchar porque en cualquier caso en aquellas circunstancias no habrían podido perseguirlos y terminaron regresando a sus tierras también. La sorpresa para él fue encontrarse con que su mujer y el menor de sus hijos estaban en las mismas condiciones que él.

A los Levjaners les tomó un tiempo más bien corto entender en toda su magnitud lo que había sucedido, así que se dedicaron con rapidez a darle sentido e interpretación a las palabras de Mjesec y fue así como les quedaron claros los términos de su maldición. Lo único que demorarían más en entender, era por qué unos habían ido afectados y otros no, pero finalmente concluyeron que solo aquellos que estaban demasiado cerca de Iziaslav por lazos sanguíneos o por su lealtad, eran los que habían resultado afectados. Cuando explicaron todo esto a Iziaslav, el soberano montó en cólera pero la misma se le pasó muy pronto al darle una interpretación completamente equivocada al asunto pensando que lejos de ser una maldición podía ser una ventaja, ya su fuerza, su destreza y sus sentidos se habían potenciado y eso lo haría realmente invencible. Con lo que no contó Iziaslav y en un principio fue lo más difícil de manejar, fue con la ira de su inestable mujer que la emprendió en su contra, acusándolo entre otras muchas cosas de haberle arruinado las vidas a sus hijos.

Pasaría mucho tiempo antes de que Iziaslav tomase consciencia y entendiese que realmente aquello no era de ninguna manera otra cosa que una terrible maldición y cuando finalmente lo hizo, fue a hablar con los Svetniks. Sin embargo, aquella sería la primera vez en la vida que Iziaslav experimentaría en carne propia el fracaso, la decepción y la frustración.

-         Te lo advertimos  --  dijo Mjesec  --  te dije que la próxima vez que nos viésemos desearías aquello que no podrías obtener jamás, porque ahora tú y todos los que lleven tu sangre tendrán que vivir y sufrir la consecuencias de tus actos por el resto de la eternidad, pero específicamente tú hijo de Yaroslav, serás testigo y espectador impotente de las atrocidades que están por venir, tendrás que llorar a tu sangre y sufrirás el tormento por tus culpas el resto de tus días, ya que tú no morirás jamás.

Como cabía esperar de aquel arrogante sujeto, se enfureció e intentó matar a Mjesec, algo del todo inútil, porque como se enteraría más adelante, para poder llevar a cabo el castigo que les habían impuesto, ellos también tuvieron que pagar el precio y aunque no resultaron afectados por la maldición naturalmente, sí tendrían que vivir eternamente y seguir siendo lo custodios de la sabiduría ancestral por siempre.


Por aquel entonces Iziaslav no tenía idea de las cosas que le tocaría vivir, ni todo lo que tendría que ver en años venideros, y solo sabía que él y lo suyos tenían un largo camino por recorrer, que serían parte de  una historia que había comenzado a escribirse con sangre, y que serían conocidos de ahí en adelante como los Devrigs primigenios.



jueves, 19 de junio de 2014

La maldición...



Antes de que saliese el sol, ya los sgart estaban formados y esperando a sus comandantes. En cuanto Iziaslav hizo acto de presencia se situó al frente de sus hombres como hacía siempre y partieron.

Estaban a mediados de invierno pero siendo que ellos estaban acostumbrados a temperaturas mucho menos benignas que la que tenían en ese momento allí, no estaban registrando con excesiva incomodidad el frío, mientras que sus oponentes sí. Esta circunstancia era la que había hecho que Iziaslav no desistiese en su empeño, ya que sabía que los otros no resistirían mucho tiempo más, solo que no había contado con lo que estaba a punto de suceder.


Avitzedek Savaresce era un sujeto que llevaba muchos años diezmando a las poblaciones del sur de Europa y el norte de África, pero había puesto sus ojos y su desmedida codicia más allá, el problema era que primero Iolan y ahora Iziaslav no lo habían dejado avanzar y aquel condenado muchachito parecía mucho más obstinado que su progenitor con quien Avitezedek se había pasado toda la vida peleando.

A pesar de que ya llevaban un tiempo en aquella cruenta lucha, Avitzedek  había visto a Iziaslav solo una vez y ésta le bastó para saber que era mucho más salvaje que Iolan, porque esa única vez había sido en la oportunidad que el chico no solo le cortase la garganta a su padre sino que prácticamente lo había hecho pedazos frente a sus ojos.

Ahora y después que llevaban más de un mes en aquella batalla, Avitezedek parecía no haberse dado cuenta que Iziaslav estaba jugando a una guerra de desgaste y que simplemente lo había atraído a una trampa. Unos meses atrás y mientras luchaban más al sur, Avitzedek creyó del todo equivocadamente que estaba ganando cuando ellos comenzaron a retroceder, pero lo que en realidad había hecho Iziaslav era atraerlos hacia su terreno. Primero porque conocía aquellas tierras mejor que nadie, segundo, porque sabía que las temperaturas actuarían a su favor, y por último, porque según los informes de Janos – uno de sus comandantes – Swaney Lothian avanzaba en aquella dirección y como Iziaslav sabía que Swaney había perdido una importante porción de tierra a manos de los Savaresce – lo que más adelante se conocería como la galia y mucho más tarde como Francia –  y aunque había perdido mucho más por causa de los Yaroslávich, estaba seguro que siendo las tierras arrebatadas por los Savaresce muy importantes para Swaney, él iría por su cabeza tal vez con más ahínco que él como en efecto había sido.

No obstante, como a Iziaslav no le gustaban las cosas demoradas, hacía un par de días había mandado a envenenar las aguas del pozo del que por fuerza debían surtirse cualquiera de los dos bandos enemigos, de modo que como no solo estaban sufriendo por las bajas temperaturas y la dificultad para procurarse alimentos sino que también estaban experimentando bajas no solo por las sangrientas luchas sino por el veneno, Iziaslav calculaba que estaban cercanos al final y era por eso que estaba de tan buen humor aquella mañana mientras marchaba al frente de batalla.

El grupo comandado por Janos Dvòrak estaba compuesto por hombres tan taciturnos como su jefe e igualmente salvajes, pero que querían terminar con aquello y tener oportunidad de regresar a sus avaris [1] antes de que el invierno mostrase su peor cara.

Los escuadrones de Iván y de Iliar estaban compuestos en su mayoría por jóvenes guerreros que iban desde los 15 hasta los 30 años y aunque todos habían recibido un esmerado entrenamiento en tácticas de combate, lo que los había hecho tan peligrosos y temidos, éstos chicos observaban el mismo comportamiento díscolo de sus comandantes y aquel día iban entonando canciones especialmente ofensivas en contra de sus oponentes.

Cuando llegaron al lugar donde se llevaría a cabo el enfrentamiento y poco antes de que Iziaslav diese la orden de ataque, sintieron un violento temblor de tierra. Iván giró la cabeza hacia donde se encontraba Iliar al frente de sus hombres convencido de que aquello por absurdo que pareciese había sido obra de su amigo, pero estando a la distancia que se encontraban no pudo ver la expresión de aquel y en cualquier caso no hubo mucha oportunidad para ello, porque seguidamente y cuando una fuerte nevada se abatió sobre ellos seguida de vientos que los hicieron aferrarse a sus monturas para no caer, al menos a los que habían pensado que el temblor había sido ocasionado por Iliar les quedó claro que debía tratarse de otra cosa, porque Milorad que era el que dominaba el poder del agua sería incapaz de hacer una broma como aquella y en el caso de los aykeris [2] Korsacov – los jóvenes hijos de Milorad – y a pesar de que uno de ellos había heredado el carácter bromista de Artam, tampoco habrían generado aquella ventisca y además hasta donde sabían, aun los chicos no tenían un dominio tan perfecto del elemento.


En las filas de Swaney Lothian cundió el pánico, porque aunque en aquella época no estaban ni cerca de tener comunicaciones como las que tenemos en la actualidad, las noticias eran transmitidas verbalmente en forma bastante efectiva. Una de esas noticias era que los hombres de las tierras heladas poseían un poder sobrenatural y malévolo que en opinión de quienes habían esparcido la especie, les había sido otorgado por los dioses de la oscuridad a quienes servían. Evidentemente esto era una muy mala versión y un retrato aun peor de aquellos que habían nacido con un poder o habilidad otorgada por la madre naturaleza a quien habían venerado desde el principio de los tiempos. Sin embargo, en aquel momento el asunto lucía como muy probable y Swaney estaba a punto de comenzar a gritar a sus hombres por su cobardía.


En el caso de los Savaresce cuya lucha en contra de los Yaroslávich era mucho más antigua y se remontaba a varias generaciones anteriores a la suya, tenían un poco más claro que los Lothian aquel punto. De modo que el hijo menor de Avitzedek que para la fecha rondaba los veintidós años, se acercó a su padre.

-         ¡No vas a permitir que nos asusten con sus trucos de magia! ¿No?  --  le gritó por encima del furioso rugir del viento

-         Esto no es un truco  --  dijo Avitzedek

Él al igual que Iziaslav y Swaney, había recibido la extraña visita de los Svetniks, pero no había nada más alejado de su mente que renunciar a lo que había estado persiguiendo desde que podía recordar y que era quitarle primero la cabeza a aquel odioso muchachito y luego sus tierras. Por supuesto Iziaslav hacía mucho que había dejado de ser el niño a quien Avitzedek había visto asesinar a su padre y él también había escuchado los rumores acerca de sus hombres, así como los que describían a Iziaslav como un sujeto invencible capaz de caminar entre sus enemigos sin ser herido, le adjudicaban también la habilidad y la fuerza suficiente para hacer pedazos a un hombre con sus propias manos y sin agitarse mucho, una estatura que superaba en mucho a la del hombre promedio y unos ojos que echaban fuego, todo esto en versión de los que lo habían visto de cerca y habían logrado conservar la vida. De manera que la figura de Iziaslav había sido vendida como la de una especie que estaba a mitad de camino entre un dios colérico y un monstruo salido de las profundidades del Vörkessel [3]

-         ¡Padre, tú nos has dicho siempre que no son más que cuentos para niños!  --  vociferó su hijo mayor en la creencia de que su padre estaba temiendo a lo que habían escuchado

No obstante, ni los unos ni los otros tuvieron ocasión para dilucidar lo que estaba sucediendo, porque del modo inopinado que había comenzado se había detenido pero un inesperado resplandor iluminó una colina cercana y vieron avanzar al grupo de los siete Svetniks. Bajaron y caminaron hacia el centro de la explanada y aunque estaban a una distancia considerable, nadie tuvo dificultad alguna para escucharlos.

-         Se les concedió la oportunidad para reconsiderar sus actos y la rechazaron  --  dijo Heilig

-         Ahora es tiempo de que respondan ante Maikata Priroda por sus crímenes  --  agrego Sadix

-         A pesar de su terquedad y arrogancia, aun les damos una última oportunidad, dense la vuelta y regresen a sus hogares ahora  --  les dijo Mjesec

El hijo de Avitzedek que no se caracterizaba por su paciencia y sí por su salvajismo, elevó su arco y disparó una flecha dirigida hacia el grupo de Svetniks pero la misma estalló en vuelo y un segundo después el chico yacía a los pies de su enfurecido padre y hermano que sin pérdida de tiempo dieron la orden de ataque. Sin embargo, tanto los que habían comenzado a moverse como los que no, quedaron paralizados por una fuerza superior a ellos.

-         Con sus actos han determinado su destino  --  dijo Vady

-         Ayk haver derzi [4]  --  dijo Mjesec con evidente pesar 

Los Svetniks elevaron sus manos mientras Mjesec y Heilig recitaban algo que aunque escucharon nadie entendió. Después de unos minutos hicieron silencio y Mjesec volvió a dirigirse a ellos.

-         Han despreciado lo que Maikata Priroda tan generosamente nos ha concedido a todas sus criaturas. Han masacrado, envenenado y atentado contra todo ser vivo y ahora recibirán la justa retribución por ello  --  hizo una pausa y miró a Avitzdek  --  No llores a tu hijo porque no está muerto, llóralo por la vida que le tocará vivir a él y a todos ustedes, ya que como no aprendieron a valorar lo que tenían, ahora todo podrán verlo, escucharlo o sentirlo con una intensidad tal que les hará imposible seguirlo ignorando. Y su mayor dolor lo constituirá el ser eternamente testigos de las consecuencias de sus actos que serán imitados por las generaciones futuras a quienes han legado una herencia de destrucción, sed de poder y el desmedido e inmerecido orgullo de creerse superiores y que los conducirá directamente a una destrucción que no podrán detener  -- hizo otra pausa y unas lágrimas resbalaron por sus mejillas antes de que todos los miembros de las partes en conflicto cayesen  --  Han nipravy [5]  --  dijo finalmente con suprema tristeza

Después de eso los Svteniks caminaron entre el mar de cuerpos que se desangraban, musitaron algunas palabras más y abandonaron aquel desolado lugar que llevaba por nombre Valle Devrig y de donde adoptarían la denominación todos los que allí habían caído bajo la maldición.



[1] Avari: Casa
[2] Aykeris: Gemelos
[3] Vörkessel: Tierra de las sombras, algo que guarda cierta analogía con el infierno de las diversas religiones
[4] Ayk haver derzi:  Que así sea entonces
[5] Han niprvy:  Está hecho

La advertencia...




En la época en la que los jefes de las tribus más poderosas eran Iziaslav Yaroslávich, Avitzedek Savaresce y Swaney Lothian, la sacerdotisa que presidía el Pravietà de entonces, Mjesec, reunió a sus congéneres para discutir el comportamiento de éstos sujetos y el daño que estaban causando no solo a su propia gente sino a la madre naturaleza. Al final de las discusiones pactaron el castigo que recibirían aquellos hombres por sus actos, mismo que no sería susceptible a ser revertido jamás.

Este conjunto de criaturas estaba formado por siete personas, a saber: Erde que era la representante de la Tierra; Sadix que representaba al Aire; Vady que era la señora de las aguas; Ahorí que ostentaba los poderes del Fuego; Diell en representación del Éter; Heilig que representaba al Sol; y Mjesek que representaba a la Luna.

En oportunidad de la cruenta lucha que ya llevaba mucho tiempo entre Yaroslávich, Savaresce y Lothian, Mjesec y los demás miembros del Pravietà se hicieron presentes en el lugar del conflicto.

Si bien aquellos sujetos no se respetaban o se temían entre sí, al menos los que conformaban las tribus asentadas en Eurasia sentían un saludable respeto por los Svetsniks, ya que era ante quienes todos acudían cuando sus males parecían superarlos o cuando las vidmagys no lograban aliviarlos, y eran también quienes dirigían los rituales para rendir tributo a Maikata Priroda.

Heilig y Mjesec avanzaron entre las filas de los hombres de Yaroslávich y naturalmente se les franqueó la entrada a la tienda del Hlavary.

Iziaslav Yaroslávich era un sujeto de considerable altura, cabellos negrísimos y ojos azul profundo; llevaba una larga cabellera trenzada y una barba no tan abundante; pero si bien él había crecido respetando a los Svetsniks, no era de la clase que se aviniese a arrodillarse ante nadie, ya que estaba demasiado convencido de su propia importancia.

-         Mis señores  --  saludó pero suprimiendo el mencionado gesto de respeto  --  ¿Desde cuándo dispensan visitas a los campos de batalla?  --  preguntó

-         Hemos venido a pedirte que por tu bien y el de los tuyos, suspendas esta innecesaria matanza  --  dijo Mjesec

-         ¿Y por qué habría de hacer eso?

-         Lo harás si no quieres pagar un alto precio por ello  --  le dijo Heilig


Heilig era un individuo completamente opuesto a Iziaslav, ya que no exhibía una altura tan elevada como aquel, tenía los ojos azul claro y los cabellos dorados como los rayos del astro al que representaba, mientras que Mjesec era alta, de una delgadez extrema, ojos grises y cabellos blancos. Normalmente los Svetsniks inspiraban respeto, pero cuando hablaban en aquel tono sin duda infundían temor. El asunto era que Iziaslav se había convertido en un sujeto sumamente arrogante como para eso.

-         ¿Me están amenazando?  --  preguntó en tono burlón

Los Levjaners que se encontraban y como era natural en la tienda de su señor, habían intercambiado una mirada de preocupación, porque desde el momento en el que habían visto aparecer a los Svetsniks  supieron que las cosas podían ponerse difíciles.

-         Tienes hasta el amanecer para retirar a tus hombres del campo de batalla  --  le dijo Heilig

-         No iremos a ninguna parte hasta no haber acabado con todos y cada uno de nuestros enemigos y especialmente con todos los Savaresce.

En la tienda se hizo un tenso silencio que fue roto al cabo de unos minutos cuando Mjesec  se acercó a Iziaslav.

-         Ya escuchaste hijo de Yaroslav, el tiempo es corto pero se volverá eterno si no obedeces

-         Soy descendiente de una larga dinastía de Hlavarys y no recibo órdenes de nadie

Los Svetniks los miraron durante un largo minuto para luego dar la espalda y comenzar a marcharse, pero antes de salir se volvieron.

-         Hasta el amanecer  --  repitió Heilig

-         ¡Ervat! [1] --  exclamó Iziaslav

-         Ayk haver [2] --  dijo Mjesec  --  Serás el responsable por lo que se avecina y la próxima vez que nos veamos desearás no habernos visto hoy, pero desearás mucho más aún  algo que nunca podrás obtener

Los Svetniks se marcharon rumbo a los otros dos campamentos pero si Iziaslav era arrogante, Avitzedek y Swaney no eran mucho mejor e incluso peor, porque a su arrogancia se sumaba la grosería especialmente la de uno de los hijos de Avitzedek.


Los Levjaners por su parte se quedaron muy preocupados por la reciente visita de los Svetniks y siendo como eran hombres que eran mitad guerreros y mitad servidores de Maikata Priroda, estaban bastante seguros que se avecinaba una catástrofe. Sin embargo, ni siquiera Milorad que no solo era un Levjaner sino que era también amigo de la infancia de Iziaslav y pariente por el lado materno del ególatra soberano pudo conversar con él, ya que después de la partida de los Svetniks Iziaslav ordenó desalojar la tienda y que le llevasen a una de las Ledzidar [3] que habían tomado cautivas en la última incursión y saqueo.

Los siete Levjaners de la época eran Darko Sesviatsky, Dert Branevich, Aritz Neverkov, Kireg Drachavo, Anatoly Kolvayevsky, Artam Korsacov y su hijo Milorad quienes se reunieron en otra tienda.

-         Artam tú eres el Aridmi [4]  --  estaba diciendo Darko  --  tú decides qué debemos hacer

-         No hay nada qué decidir, somos Levjaners y debemos obediencia a nuestro Hlavary  --  dijo él

-         ¿Eso lo dices como nuestro Aridmi o como el amigo de Iziaslav?  --  preguntó Dert

Aquellos individuos recibían un esmerado entrenamiento que pasaba por varias etapas que duraba aproximadamente diez años al igual que había sucedido con los primeros Levjaners, y parte de su entrenamiento consistía en aprender a dominar sus emociones. Sin embargo, seguían siendo seres humanos sujetos a las reacciones propias de los mismos, de modo que con aquel comentario que obedecía al conocido nexo consanguíneo existente entre los Korsacov y los Yaroslávich, Dert lo que consiguió fue desatar la ira del Levjaner que entre otras cosas tenía un genio muy vivo, y acto seguido se vio sujetado sin ninguna delicadeza por los cabellos y con una filosa daga apuntando a su garganta.

-         ¡Artam!  --  exclamaron varias voces

-         Athayr [5] por favor  --  dijo a su vez  Milorad

No obstante, Artam aun demoró algunos segundos en soltar a Dert, pero cuando lo hizo parecía más tranquilo.

-         Si consideran que mis decisiones son cuestionables o que no estoy en capacidad de tomarlas, entonces sugiero que adelantemos la elección de un nuevo Aridmi  --  dijo con voz pausada pero en la que aun había restos de ira

-         Vamos a calmarnos  --  dijo Darko y miró en forma significativa a Dert

-         Biagyzlim [6] Artam  --  se disculpó Dert

-         Creo que en este momento lo más importante es estar preparados, porque los Svetniks no habrían venido hasta acá ni habrían dicho lo que dijeron si no pensasen cumplirlo sea esto lo que sea  --  opinó Aritz
-         Sabemos que Iziaslav no va dar marcha atrás  --  dijo Milorad  --  así que sin restarle importancia a lo dicho por los Svetniks creo que debemos ir a dar instrucciones a los Lièrenvyr [7] para la batalla de mañana

Todos estuvieron de acuerdo con Milorad y salieron a reunirse con sus hombres, pero mientras Milorad que era el Levjaner más joven del grupo estaba más preocupado por la batalla, los otros lo estaban por las palabras de los Svetniks.

-         ¿Y bien?  --  preguntaron casi al mismo tiempo Iliar e Iván

-         Hay que preparar a los Sgart [8] porque Iziaslav quiere terminar esto mañana mismo

-         No estamos hablando de eso Milorad  --  dijo Iliar con fastidio mientras que Iván miraba a su amigo con fijeza

-         ¿En qué consiste la amenaza?  --  preguntó antes de que Milorad pudiese decir nada

-         ¿Podrías dejar de hacer eso Iván?  --  preguntó Milorad a su vez

Iván e Iliar eran hijos de Darko y de Kireg respectivamente, pero no había dos seres que distasen más de sus padres, porque aquel par era especialista en hacerles la vida miserable a todos tanto con su desquiciado comportamiento como con sus pesadas bromas, mientras que en el caso de Milorad era al contrario, ya que él era sosegado y tranquilo mientras que Artam – su progenitor –  era de la misma clase que sus amigos y nadie se explicaba cómo era que había llegado a Aridmi del Ledviacir [9] cuando en opinión de todos estaba definitivamente loco. Lo que la mayoría parecía pasar por alto era el indiscutible poder de Artam y solían recordarlo cuando era demasiado tarde. No obstante, en esta oportunidad la queja de Milorad no obedecía a su habitual comportamiento desquiciado, sino al poder con el que había nacido Iván.

Todos los hijos de los Levjaners parecían venir dotados de un poder o habilidad especial en determinados elementos de la naturaleza y aunque naturalmente había otros sujetos que nacían siendo igualmente portadores de alguna afinidad especial con uno o varios de los elementos, los hijos de los Levjaners invariablemente nacían con ellos. En el caso de Iván, la naturaleza lo había dotado con el poder el Éter, de modo que aquel irritante individuo podía meterse en las mentes de la personas y hurgar en sus pensamientos como si fuesen los propios.

Iliar por su parte, era portador del poder de la Tierra, de modo que tenía dominio sobre casi todos los seres vivos que la poblaban y sobre ésta misma, ya que ellos habían sido testigos de primera mano de cómo aquel muchachito iba por allí ocasionando violentos movimientos de tierra cada vez que se le antojaba fastidiar a alguien.

Milorad era casi cinco años mayor que ellos, porque mientras él al igual que Iziaslav estaba próximo a cumplir treinta y cinco años, ellos dos iban por los treinta aunque pareciesen de quince, pero no había que llamarse a engaño con ellos, porque ambos eran sumamente peligrosos y lo habían sido casi desde que habían aprendido a caminar.

A pesar de las diferencias tanto de carácter como de comportamiento, los tres eran grandes amigos y solían decir que Milorad era la consciencia del grupo.

-         ¿Me lo dirás o tendré que averiguarlo de otro modo?  --  preguntó Iván sacando a Milorad de sus pensamientos que en cualquier caso no eran los mejores

-         No puedo decirte lo que no sé y tú sabes que no tengo idea porque no lo dijeron.

-         Bien, entonces no vale la pena preocuparse tanto por lo que sea ¿no?  --  dijo Iliar

Entre ambos arrastraron a Milorad hasta una de las fogatas y le ofrecieron de beber.

-         Vamos hombre disfruta un poco, esta puede ser nuestra última noche en la tierra  --  le dijo Iván con su ligereza habitual

Aquel par aunque poderoso y a pesar de que ya habían sido correctamente entrenados, todos veían difícil que alcanzaran el grado de Levjaners debido a su comportamiento, de modo que Milorad dejó de protestar como sucedía casi siempre, ya que con aquellos dos no había caso.



[1] Ervat: Fuera
[2] Ayk haver: Así sea
[3] Ledzidar: Mujeres
[4] Aridmi: Jefe del círculo mayor de lo levjaners
[5] Athayr: Padre
[6] Biagyzlim: Perdón
[7] Lièrenvyr: Grado que antecede al de los Levjaners
[8] Sgart: Soldados
[9] Ledviacir:  Círculo mayor de los Levjaners

El Inicio...


Todas las historias tienen un inicio pero el de esta no comienza con había una vez…


Hace alrededor de unos 10.000 años los pobladores de las tierras conocidas vivían en pequeñas tribus nómadas. Estos individuos tenían como forma de  vida una que hoy ni siquiera consideraríamos como posible. Se desplazaban de un lugar a otro en busca de alimento y para protegerse de las inclemencias del tiempo. Poco a poco las tribus fueron creciendo y cabe suponer que se hizo necesaria la organización y alguien que las dirigiese, porque a pesar de que el ser humano es gregario, a medida que aumentaba el número de individuos parecía hacerse más difícil la convivencia, de este modo fue que en determinado momento  y en la tribu que no ocupará, un sujeto que respondía la nombre de Yaroslav se hizo con la jefatura.

Inicialmente eran hombres pacíficos que se preocupaban únicamente de obtener el sustento diario y de buscar los mejores lugares para pasar los cambios de las estaciones, defenderse de los animales salvajes o de los fenómenos naturales. Un poco más adelante y presumiblemente cuando encontraron mejores lugares, aprendieron no solo a obtener el alimento de las plantas o los animales, sino que comprendieron que podían sembrar y cosechar así como a criar al ganado, de modo que comenzaron a asentarse.

Tenían una estructura organizativa muy funcional y su sociedad estaba compuesta por los cazadores, los encargados de criar a los animales, los sembradores y los recolectores. También estaban los Veldekys que eran una especie de magos que estudiaban los secretos de lo que luego sería conocido como alquimia. Las mujeres de la tribu estaban divididas entre las que se encargaban de preparar los alimentos para todos, algo que se hacía en el centro de la comunidad; las encargadas de cuidar a los niños que parecían multiplicarse muy de prisa, y las Vidmagy que eran las brujas o hechiceras que aunque tenían un conocimiento bastante amplio en cuanto a la cura de enfermedades, los mismos no estaban al nivel del de los Veldekys.

Todos ellos, o al menos en el territorio que hoy podríamos situar en algún lugar de Rusia, estaban bajo la tutela de un Hlavary o jefe, en este caso Yaroslav. Yaroslav había ascendido a ese puesto por mérito propio, ya que era un sujeto hábil, poderoso y justo, de modo que su pequeña comunidad decidió que había sido decisión de los dioses y por tanto nadie tendría el derecho nunca a disputarle dicha jefatura, misma que pasaría de padres a hijos en años sucesivos.

Estas tribus habían sido muy respetuosas de la naturaleza y ésta a su vez había mostrado su generosidad proporcionándoles todo aquello que necesitaban para vivir y gradualmente también los conocimientos para entender tanto el mundo que los rodeaba como el funcionamiento del cuerpo humano, desarrollándose así una cultura muy avanzada.

En el aspecto religioso también estaban bien organizados, eran politeístas y sus dioses primordiales estaban representados por el sol, la luna y los cinco elementos de la naturaleza  y era a éstos a los que rendían tributo.

Los actos de naturaleza religiosa eran dirigidos por el Svetsnik o sacerdote, cargo éste que podía ser ejercido por un hombre o una mujer de manera indistinta y la única condición era ser una o un elegido de Maikata Priroda – nombre con el que era designada la Madre Naturaleza – y la forma de saberlo era que el susodicho tuviese un manejo superior de alguno de los elementos o de todos ellos, aunque éstos últimos eran casos muy excepcionales.

Un poco más adelante en el tiempo, Maikata Priroda había escogido a siete varones cuyas edades no superaban los ocho años y éstos fueron sacados de la comunidad y llevados a una cueva en los Montes Altai donde permanecieron alrededor de diez años. Después de este tiempo fueron regresados a la tribu y el Svetsnik le informó al Hlavary que éstos sujetos serían los encargados de defender a su gente y de preparar a los hombres para ello, a la vez que le servirían de consejeros y tendrían por nombre genérico Levjaners.

Inicialmente el Hlavary si bien estaba agradecido no comprendió bien el por qué de aquel acto, pero el Svetsnik le había dicho que se avecinaban tiempos difíciles. Con esta información y a partir de entonces, el Hlavary prestó atención a lo que le decían sus Levjaners y no se opuso al entrenamiento sometiéndose él mismo a dicho entrenamiento.

Otro asunto que se decidió más o menos por las mismas fechas, fue que cada elemento debía tener su representante en la persona de un sacerdote o sacerdotisa que se identificase con el elemento a representar, así como a los dos cuerpos celestes más importantes para ellos, es decir, el sol y la luna. De este modo nacieron los siete Svetsniks que se constituyeron en un consejo al que llamaron Pravietà. Sus funciones no eran conocidas por los miembros de la comunidad o al menos no en su totalidad. Sabían de forma general que eran los encargados de velar por la naturaleza, eran más hábiles que los veldekys aunque eventualmente un veldeky o alguna vidmagy, podía ascender a Svetsnik.

Esta organización y forma de vida pacífica perduró en el tiempo y llegaron a ser una civilización muy avanzada. Sin embargo, con el correr de los años y de forma inexplicable la pacífica vida de aquella gente se alteró mucho, ya que apareció en el hombre el deseo de posesión y de conquista, lo que trajo como consecuencia las guerras entre las diferentes tribus. Estas tribus y en distintas latitudes, comenzaron a diezmarse entre sí y hubo sujetos que adquirieron más tierras y más poder que otros, entre los que se destacaron Yaroslav, Savaresce y Lothian.


Los mencionados individuos se hicieron insaciables y sus crímenes atroces, arrastrando con ellos a sus hombres y transfiriendo esta sed de poder a sus descendientes. Los mismos no fueron mucho mejor y de hecho bastante peor que sus predecesores y su comportamiento en lugar de ir haciéndose más civilizado fue volviéndose más salvaje, lo que tuvo como consecuencia algo que no esperaban.