En la época en la que los
jefes de las tribus más poderosas eran Iziaslav Yaroslávich, Avitzedek
Savaresce y Swaney Lothian,
la sacerdotisa que presidía el Pravietà de entonces, Mjesec, reunió a sus
congéneres para discutir el comportamiento de éstos sujetos y el daño que
estaban causando no solo a su propia gente sino a la madre naturaleza. Al final
de las discusiones pactaron el castigo que recibirían aquellos hombres por sus
actos, mismo que no sería susceptible a ser revertido jamás.
Este conjunto de criaturas estaba
formado por siete personas, a saber: Erde
que era la representante de la Tierra; Sadix
que representaba al Aire; Vady que
era la señora de las aguas; Ahorí que
ostentaba los poderes del Fuego; Diell
en representación del Éter; Heilig
que representaba al Sol; y Mjesek que
representaba a la Luna.
En oportunidad de la cruenta lucha que
ya llevaba mucho tiempo entre Yaroslávich, Savaresce y Lothian, Mjesec y los
demás miembros del Pravietà se hicieron presentes en el lugar del conflicto.
Si bien aquellos sujetos no se respetaban
o se temían entre sí, al menos los que conformaban las tribus asentadas en
Eurasia sentían un saludable respeto por los Svetsniks, ya que era ante quienes todos acudían cuando sus
males parecían superarlos o cuando las vidmagys no lograban aliviarlos, y eran
también quienes dirigían los rituales para rendir tributo a Maikata Priroda.
Heilig y Mjesec avanzaron
entre las filas de los hombres de Yaroslávich y naturalmente se les franqueó la
entrada a la tienda del Hlavary.
Iziaslav Yaroslávich era un
sujeto de considerable altura, cabellos negrísimos y ojos azul profundo;
llevaba una larga cabellera trenzada y una barba no tan abundante; pero si bien
él había crecido respetando a los Svetsniks, no era de la clase
que se aviniese a arrodillarse ante nadie, ya que estaba demasiado convencido
de su propia importancia.
-
Mis señores -- saludó pero suprimiendo el mencionado gesto
de respeto -- ¿Desde cuándo dispensan visitas a los campos
de batalla? -- preguntó
-
Hemos venido a pedirte que por tu bien y el de los tuyos, suspendas esta
innecesaria matanza -- dijo Mjesec
-
¿Y por qué habría de hacer eso?
-
Lo harás si no quieres pagar un alto precio por ello -- le
dijo Heilig
Heilig era un individuo
completamente opuesto a Iziaslav, ya que no exhibía una altura tan elevada como
aquel, tenía los ojos azul claro y los cabellos dorados como los rayos del
astro al que representaba, mientras que Mjesec era alta, de una delgadez
extrema, ojos grises y cabellos blancos. Normalmente los Svetsniks inspiraban
respeto, pero cuando hablaban en aquel tono sin duda infundían temor. El asunto
era que Iziaslav se había convertido en un sujeto sumamente arrogante como para
eso.
-
¿Me están amenazando? -- preguntó en tono burlón
Los Levjaners que se
encontraban y como era natural en la tienda de su señor, habían intercambiado
una mirada de preocupación, porque desde el momento en el que habían visto
aparecer a los Svetsniks supieron que
las cosas podían ponerse difíciles.
-
Tienes hasta el amanecer para retirar a tus hombres del campo de
batalla -- le dijo Heilig
-
No iremos a ninguna parte hasta no haber acabado con todos y cada uno de
nuestros enemigos y especialmente con todos los Savaresce.
En la tienda se hizo un tenso
silencio que fue roto al cabo de unos minutos cuando Mjesec se acercó a Iziaslav.
-
Ya escuchaste hijo de Yaroslav, el tiempo es corto pero se volverá eterno
si no obedeces
-
Soy descendiente de una larga dinastía de Hlavarys y no recibo órdenes de
nadie
Los Svetniks los miraron
durante un largo minuto para luego dar la espalda y comenzar a marcharse, pero
antes de salir se volvieron.
-
Hasta el amanecer -- repitió Heilig
-
¡Ervat! [1]
-- exclamó Iziaslav
-
Ayk haver [2]
-- dijo Mjesec --
Serás el responsable por lo que se avecina y la próxima vez que nos
veamos desearás no habernos visto hoy, pero desearás mucho más aún algo que nunca podrás obtener
Los Svetniks se marcharon
rumbo a los otros dos campamentos pero si Iziaslav era arrogante, Avitzedek y
Swaney no eran mucho mejor e incluso peor, porque a su arrogancia se sumaba la
grosería especialmente la de uno de los hijos de Avitzedek.
Los Levjaners por su parte se
quedaron muy preocupados por la reciente visita de los Svetniks y siendo como
eran hombres que eran mitad guerreros y mitad servidores de Maikata Priroda,
estaban bastante seguros que se avecinaba una catástrofe. Sin embargo, ni
siquiera Milorad que no solo era un Levjaner sino que era también amigo de la
infancia de Iziaslav y pariente por el lado materno del ególatra soberano pudo
conversar con él, ya que después de la partida de los Svetniks Iziaslav ordenó
desalojar la tienda y que le llevasen a una de las Ledzidar [3]
que habían tomado cautivas en la última incursión y saqueo.
Los siete Levjaners de la
época eran Darko Sesviatsky, Dert Branevich, Aritz Neverkov, Kireg Drachavo, Anatoly
Kolvayevsky, Artam Korsacov y su hijo Milorad quienes se reunieron en otra
tienda.
-
Artam tú eres el Aridmi [4]
--
estaba diciendo Darko -- tú decides qué debemos hacer
-
No hay nada qué decidir, somos Levjaners y debemos obediencia a nuestro
Hlavary -- dijo él
-
¿Eso lo dices como nuestro Aridmi o como el amigo de Iziaslav? --
preguntó Dert
Aquellos individuos recibían
un esmerado entrenamiento que pasaba por varias etapas que duraba
aproximadamente diez años al igual que había sucedido con los primeros
Levjaners, y parte de su entrenamiento consistía en aprender a dominar sus
emociones. Sin embargo, seguían siendo seres humanos sujetos a las reacciones
propias de los mismos, de modo que con aquel comentario que obedecía al
conocido nexo consanguíneo existente entre los Korsacov y los Yaroslávich, Dert
lo que consiguió fue desatar la ira del Levjaner que entre otras cosas tenía un
genio muy vivo, y acto seguido se vio sujetado sin ninguna delicadeza por los
cabellos y con una filosa daga apuntando a su garganta.
-
¡Artam! -- exclamaron varias voces
-
Athayr [5] por
favor --
dijo a su vez Milorad
No obstante, Artam aun demoró
algunos segundos en soltar a Dert, pero cuando lo hizo parecía más tranquilo.
-
Si consideran que mis decisiones son cuestionables o que no estoy en
capacidad de tomarlas, entonces sugiero que adelantemos la elección de un nuevo
Aridmi -- dijo con voz pausada pero en la que aun había
restos de ira
-
Vamos a calmarnos -- dijo Darko y miró en forma significativa a
Dert
-
Creo que en este momento lo más importante es estar preparados, porque los
Svetniks no habrían venido hasta acá ni habrían dicho lo que dijeron si no
pensasen cumplirlo sea esto lo que sea
-- opinó Aritz
-
Sabemos que Iziaslav no va dar marcha atrás
-- dijo Milorad -- así
que sin restarle importancia a lo dicho por los Svetniks creo que debemos ir a
dar instrucciones a los Lièrenvyr [7]
para la batalla de mañana
Todos estuvieron de acuerdo
con Milorad y salieron a reunirse con sus hombres, pero mientras Milorad que
era el Levjaner más joven del grupo estaba más preocupado por la batalla, los
otros lo estaban por las palabras de los Svetniks.
-
¿Y bien? -- preguntaron casi al mismo tiempo Iliar e Iván
-
Hay que preparar a los Sgart [8]
porque Iziaslav quiere terminar esto mañana mismo
-
No estamos hablando de eso Milorad
-- dijo Iliar con fastidio
mientras que Iván miraba a su amigo con fijeza
-
¿En qué consiste la amenaza? -- preguntó antes de que Milorad pudiese decir
nada
-
¿Podrías dejar de hacer eso Iván?
-- preguntó Milorad a su vez
Iván e Iliar eran hijos de
Darko y de Kireg respectivamente, pero no había dos seres que distasen más de
sus padres, porque aquel par era especialista en hacerles la vida miserable a
todos tanto con su desquiciado comportamiento como con sus pesadas bromas,
mientras que en el caso de Milorad era al contrario, ya que él era sosegado y
tranquilo mientras que Artam – su progenitor – era de la misma clase que sus amigos y nadie
se explicaba cómo era que había llegado a Aridmi del Ledviacir [9]
cuando en opinión de todos estaba definitivamente loco. Lo que la mayoría
parecía pasar por alto era el indiscutible poder de Artam y solían recordarlo
cuando era demasiado tarde. No obstante, en esta oportunidad la queja de
Milorad no obedecía a su habitual comportamiento desquiciado, sino al poder con
el que había nacido Iván.
Todos los hijos de los
Levjaners parecían venir dotados de un poder o habilidad especial en
determinados elementos de la naturaleza y aunque naturalmente había otros
sujetos que nacían siendo igualmente portadores de alguna afinidad especial con
uno o varios de los elementos, los hijos de los Levjaners invariablemente
nacían con ellos. En el caso de Iván, la naturaleza lo había dotado con el
poder el Éter, de modo que aquel irritante individuo podía meterse en las
mentes de la personas y hurgar en sus pensamientos como si fuesen los propios.
Iliar por su parte, era
portador del poder de la Tierra, de modo que tenía dominio sobre casi todos los
seres vivos que la poblaban y sobre ésta misma, ya que ellos habían sido
testigos de primera mano de cómo aquel muchachito iba por allí ocasionando
violentos movimientos de tierra cada vez que se le antojaba fastidiar a
alguien.
Milorad era casi cinco años
mayor que ellos, porque mientras él al igual que Iziaslav estaba próximo a
cumplir treinta y cinco años, ellos dos iban por los treinta aunque pareciesen
de quince, pero no había que llamarse a engaño con ellos, porque ambos eran
sumamente peligrosos y lo habían sido casi desde que habían aprendido a
caminar.
A pesar de las diferencias
tanto de carácter como de comportamiento, los tres eran grandes amigos y solían
decir que Milorad era la consciencia del grupo.
-
¿Me lo dirás o tendré que averiguarlo de otro modo? -- preguntó
Iván sacando a Milorad de sus pensamientos que en cualquier caso no eran los
mejores
-
No puedo decirte lo que no sé y tú sabes
que no tengo idea porque no lo dijeron.
-
Bien, entonces no vale la pena preocuparse tanto por lo que sea ¿no? --
dijo Iliar
Entre ambos arrastraron a
Milorad hasta una de las fogatas y le ofrecieron de beber.
-
Vamos hombre disfruta un poco, esta puede ser nuestra última noche en la
tierra -- le dijo Iván con su ligereza habitual
Aquel par aunque poderoso y a
pesar de que ya habían sido correctamente entrenados, todos veían difícil que
alcanzaran el grado de Levjaners debido a su comportamiento, de modo que
Milorad dejó de protestar como sucedía casi siempre, ya que con aquellos dos no
había caso.
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